martes, 31 de agosto de 2010

Día 23: Compartirlo sería mejor.

Finalmente, hoy estaba tan agotada que no he podido salir a primera hora de casa. Mi intención de madrugar a las 7 h. se ha visto reducida, en primer lugar porque estaba tremendamente cansada, y, en segundo lugar, porque estaba pendiente de un trabajo que se está haciendo en Barcelona y no podía parar de pensar en el tema, como si pensando y preocupándome fuera a solucionar algo. He estado todo el mes sufriendo por el evento del día 30, y el día 30 ha llegado. Al menos, la diferencia horaria ha hecho que solamente pueda preocuparme a primera hora de la mañana. Hay un refrán que dice: “A quien madruga, Dios le ayuda”. Y el que yo me haya levantado a las 8:45 h. después de estar posponiendo la alarma durante casi 2 horas ha hecho que no pueda hablar con alguien a quien quiero, que no pueda desayunar sola en la casada, sino con otra persona pendiente en la habitación de al lado, y que empiece el día con más sueño que de costumbre. 2 paradas en 2 McDonalds en total…para tomarme mi small coffee and muffin. Ya me he acostumbrado a este café. No queda muy bonito escribir la comparación que yo le hago al sabor de este café, pero ya lo encuentro hasta bueno. En cachondeo, lo comparaba con pipí de gato, pero, ¿acaso alguien ha probado el pipí de gato para saber cómo sabe y compararlo con este café? No, y yo no voy a ser la primera… reconozco que es quejarme por hacer la coña, porque, después, tengo un estómago a prueba de bombas. A prueba de McDonalds, más bien…

La primera parada ha sido Richmond, y con todo el trayecto de North Vancouver hasta Downtown y Canada Line hasta Richmond me ha dado tiempo de actualizar el blog. El Netbook es mi único compañero que me acompaña casi cada día de lunes a viernes. El fin de semana, ya normalmente lo dejo en casa, pero los días de diario, es ahí donde escribo, intento conectarme cuando puedo, voy ordenando las fotos… es todo un vicio. Una de las mejores compras que he hecho jamás, es alucinante que, desde un cacharro tan pequeño y aparentemente significante puedas hablar con gente de la otra punta del mundo, escribir, ver tus fotografías. Estas cosas nunca dejarán de sorprenderme.

En Richmond hemos llegado al mismo problema de siempre: mi “bendita” orientación. Últimamente, la cosa está peor y comienza a ser grave. Me da vergüenza hasta decir los ejemplos, pero desde luego que me cuesta saber dónde está el Norte, el Sur y las calles. Y con mapas, poco mejora la cosa. ¿¿Cuándo inventarán un Tom Tom actualizado, pequeño, discreto y efectivo para peatones?? Yo sería la primera en comprarlo. Con las grandes ciudades, me cuesta poco enterarme, peroalgunas veces, en nuevos lugares me siento completamente perdida. Entre eso, mi acento de inglés macarrónico y el incidente de la cámara y no haber puesto en su sitio a la aprendiz de choriza mi autoestima no anda precisamente en lo más alto. Para tener 30 años, debería estar ya más espabilada. A veces, parece que esté en el limbo, y que no aprenda. Con lo bien que me he habituado a Vancouver, su transporte público, sus lugares, sus tiendas y con el resto de lugares parezco una principiante. Gracias a mi poca fuerza de voluntad para levantarme hoy a las 6 de la mañana y evitar no amargarme con asuntos profesionales al otro lado del charco, he de decir también que me he perdido la visita al Templo Budista. Era de 9:30 a 17:30 h. y he llegado a las 17:50 h., claro que no sabía el horario. Pero si de buenas a primeras hubiera tenido orientación, hubiera ido antes de ir a Steveston. El mundo al revés. Primero me voy a ver lugares al aire libre y dejo para última hora los lugares a visitar. Mal hecho. Pero ya no puedo hacer nada… reconozco que estoy con un poco de estrés porque solamente me quedan 5 días y quiero aprovechar, aunque, si quiero verlo todo, tendría que no dormir ni una sola hora e ir con Fernando Alonso que me llevara a los lugares. Tarea imposible. Prefiero la tranquilidad del transporte público vancouverita (esta no es palabra mía, tiene tela que descubriera el gentilicio una vez ya estuve aquí). He de decir que Steveston me ha sorprendido muy gratamente. Es una pequeña villa de pescadores, y, ¡¡al fin!! he podido mojar los pies en la playa. Después he visto un cartel que decía que es agua insana… a buenas horas, mangas verdes. Esperemos que ahora no me salgan algas en la cabeza en lugar de pelo. He podido pasear descalza por la playa, que es lo que más me gusta, hacer muchas fotos, caminar tranquilamente (aunque a partir de ahora me va a costar un poco más porque tengo los pies dolidos de mis nuevos zapatos…). Ha sido otro de los momentos en que, especialmente, he pensado la frase del título, que sí, que es muy bonito, pero compartirlo sería mejor. Compartido, hubiera comido en alguno de los pequeños lugares con encanto que había a la orilla del mar. Veía mucha gente, toda ella acompañada, y he pensado eso. Yo me he conformado con mis provisiones en mi pequeña pero matona mochila. En ella, puedes encontrar de todo: el Netbook, los móviles, el mp3, los diarios (incluso he cogido uno gay que evitan en Vancouver, la curiosidad me ha podido, aunque haya quitado un ejemplar a algún lector o lectora para el cual se ha editado la revista, pienso que hay que estar informada de todo, y con lo curiosa que soy yo, me ha faltado tiempo. Tengo tanto tiempo de bus que me da tiempo a leer los 4 periódicos: el Vancouver 24, el Georgia Straight (la sección de preguntas comprometidas y las respuestas no tiene miedo, ay si Elena Francis levantara la cabeza y supiera inglés…), el Metro (con lo que me gustaba a mí la edición de Barcelona) y el Vancouver Gay & Lesbian News Xtra! Sí, en mi mochila puedes encontrar de todo: bolígrafos, gomas de pelo, 3 chaquetas, agua, patatas fritas, una naranja, galletas Marías, galletas sabor fresa… ¡¡y todo cabe en mi mochila negra!! Aunque reconozco que se ha quedado pequeña. Es por eso mismo que he decidido darme un megacapricho. El único además de mis cafés con muffins de Mc Donalds (hoy han caído dos, una fruit & fiber y otra de chocolate con Oreo, que sólo la he visto en Steveston, ¡¡deliciosa!!). Aquí hay una tienda que yo solamente la he visto en este país. Igual alguien acostumbrado a las marcas me dice que en mi país también está. Yo nunca he sido muy dada a marcas ni a gastar más dinero del necesario en ropa (sólo hay que ver mi “estilismo”, sobretodo el de últimamente). Aquí he visto las tiendas Roots, muy pijas deportivas, las típicas en las que comprarían los chavalillos y chavalillas de buen caché económico que vienen aquí a estudiar. Tienen mucha ropa y complementos en los que pone “Canadá”. Y yo llevo buscando, desde que llegué aquí, una mochila grande en la que quepan todas mis cosas (bueno, eso es imposible, pero, al menos, las más necesarias) para irme algún fin de semana en los que voy con mis cosas a cuestas, en los que tengo que llevar a todas partes las cosas conmigo. Es en esa tienda donde me he enamorado de una mochila de color rojo en la que pone en letras grandes: “Canadá”. Al fin, he encontrado mi recuerdo perfecto de este viaje. Finalmente, después de mucho pensar una chaqueta o algo que pueda llevar a diario para acordarme de esta estupenda experiencia, he encontrado la mochila de mis sueños. Un poco cara, pero la he encontrado. Cuando he visto el precio + las taxes, sólo me ha quedado el consuelo de que, una vez se pasa el precio a euros, ya no suena tan mal. En vez de sonar súper mal, suena simplemente mal. Finalmente, he decidido que no voy a comprar la bandera para que me la firmen los compañeros, entre otras cosas porque mucha de la gente con la que he congeniado ya se ha ido, y no me van a poder firmar la bandera. Así que mi intención de aparecer en el Aeropuerto cubierta con la bandera de Canadá no va a poder ser… Dios, ¡cómo me va a costar volver a la rutina diaria! Si me trajeran a la gente que quiero, me quedaba todo el tiempo necesario… hoy me decían que tenía que confirmar el vuelo, y reconozco que, maliciosamente, he pensado que ojalá lo cancelaran y no pudiera regresar hasta más tarde, jejeje, pero bueno, conociéndome lo irremediablemente responsable que llego a ser, cogería otro vuelo aunque pudiera comprar con la diferencia de precio unas 20 mochilas… total, después, tampoco me sirve de mucho ser así de responsable, cuando estoy cansada, duermo como un tronco igualmente.

En fin, mi vista a Richmond puede resumirse en: 1). Orientación penosa. 2). Orientación penosa y mapa engañoso reducido que hacía pensar que las calles a 1 km. de distancia eran en realidad calles paralelas próximas. 3). Conductores de autobús simpáticos que me han ayudado a no perderme (sobretodo uno asiático, con el que he cogido el C94, que es un minibus desde el Olympic Oval, y me ha dicho que hablo muy bien inglés, jeje, siempre me encanta que me lo digan, no hay nada como creerse las mentiras cuando te las dicen. Ha habido otro que no ha sido muy simpático y que apenas me entendía y otro que estaba tan ocupado ligando con una pasajera que apenas tenía paciencia de decirme el nombre de la parada más lento, suerte de una solidaria pasajera y de mi oído que, de vez en cuando, entiende alguna palabra). 4). Visita al centro comercial de al lado de la estación Brighouse y compra escandalosa de la mochila perfecta con la que siempre había soñado. 5). Visita a Steveston y descubrimiento de otro paraíso que merecería ser compartido. 6). Visita al Olympic Oval. Bueno, visita por decir algo: hacer fotos desde fuera, entrar y subir un piso y ver a 4 solitarios haciendo deporte y no poder acceder a nada más. 7). Visita frustrada al templo budista. Buen resumen, ¿no? Ya digo que hoy mi orientación no estaba para mucho, ya me ha costado encontrar el baño en el centro comercial… Podemos incluir en el tour Minoru Park. Sí, ellos le llaman park, pero yo, después de ver “Parks” de verdad, como Stanley “PARK”, ya encuentro que se queda en aspiración a PARK. Lo más bonito ha sido la ardilla peleona. Le he debido de gustar, pues quería acercarse a mí pero yo no lo tenía claro… la última que dejé que se acercara fue una en Londres en el 2004, y estas negras no sé por qué me dan un poco de miedo… la diferencia con una rata es que estas tienen una cola bonita, pero yo, en el fondo, soy una miedosa. Pero la ardilla insistía en acercarse, y más porque yo la estaba grabando en vídeo desde la distancia. En cambio, en cuanto ha visto a unos niños pequeños avanzar entusiasmados hacia ella, ha decidido que, lo mejor era poner distancia. En cambio, seguía deseosa de establecer conmigo una relación más próxima… me miraba desafiante incluso cuando se ha subido a un árbol, quizá estaba temerosa, aunque lo dudo, porque cuando ha bajado la que se ha asustado he sido yo de lo rápido que se ha querido acercar. Esta era de color negro. En cambio, las de Londres son grises. Aquí he visto sobretodo ardillas negras, y no sé si alguna de color marrón.

Hoy he cambiado de emisora habitual. Ahora escucho Vancouver QM, creo que dicen eso, al menos, en la 103.5. ¡Me gusta mucho la música que ponen!: Bryan Adams, Alicia Keys (sin Alejandro Sanz, pero…), Black Eyed Peas y mucha música que no sé de quién es pero suena genial. ¡¡Pero no ponen la canción que me tiene enganchada y que escuché el primer día que llegué aquí y que también he escuchado en las noches en que he salido!! Y como no me molesté en entender la letra porque estaba muy ocupada escuchando la música, no puedo buscarla en Google. Me veo conectándome al Skype y cantándola para que alguien me diga qué narices de canción es. He puesto en Youtube Canadian band 2010, Vancouver band y no sé qué más, pero no hay manera. Creo que es el grupo que el primer día el guía dijo que era canadiense. A ver si cuando llegue sigo enganchada y escucho las emisoras online. ¡Ah! He de decir que no tengo alternativa posible, ya que, como siempre, “es que no sé qué toqué que…” (estas palabras son siempre caso mío, muy recurrido) borré toda la música que tenía en el mp3. Otra de las cosas positivas que tendrá volver: ¡recargar música! Con lo que me gusta a mí compartirla, resulta que, Ley de Murphy, el día anterior al “incidente” había intentado hacer una copia de seguridad, pero, al encender el mp3 para cargarlo, se interrumpió. Y al día siguiente, ocurre el desastre. Así que, durante esta semana, nada de Arjona, Jason Mraz, Alejandro Sanz, Tommy Torres y canciones de los 70 y 80, que es lo que llevaba escuchando los últimos dos años que hace que tenía esa música cargada en el mp3. Llega el momento del cambio… obligado, pero llega el momento, jeje.

La siguiente parte del día ha sido el PNE. Pacific Nacional Exhibition. Tanto ver publicidad en los buses con el anuncio de los niños “Daddy, when can we go!”, a la niña de 30 años le han entrado ganas de ir. Y mi guía de Seattle me dijo que, entre Richmond y PNE, que, definitivamente, empleara mi día libre de clases en ir a PNE, y, claro, yo no podía descartar Richmond, porque tenía el afán de ver todo lo posible, así que he hecho las dos cosas.

He de decir que, cuando me he subido al bus en la bay 2, no ponía P.N.E., pero, como lo ponía fuera, yo, lista de mí, he deducido que ese bus iba a P.N.E., porque, además, ha subido mucha gente joven. Cuando he visto que una señora mayor y yo éramos las únicas en el minibus me he dicho: “Ups, algo “anda” mal…” y he preguntado a unos chicos que acababan de subir y me han dicho que no, que ese bus no iba al P.N.E. La parte positiva es que he hecho un tour por otra parte de North Vancouver… igual de bonita que la que ya conozco. De verdad que es un lugar apasionante, idílico, impresionante… con deciros que veo mofetas, miles de árboles, casas de ensueño y naturaleza, ya supongo que os podéis hacer una idea. Y la vez que salí a inspeccionar me encontré con parajes únicos. Los pinos altos hacían un efecto de bosque encantado. Canadá es digna de descubrir.

La experiencia P.N.E. podría ser mejorable. He llegado a las 20 h., sabía que estaba abierto hasta bien tarde “depending on the weather”. Adivinad qué ha comenzado a pasar a las 22:45 h… Por algo se dice que en Vancouver llueve casi cada día…excepto en verano, y yo he tenido mucha suerte. Sólo espero que esta semana el tiempo me permita ir a Capilano y a Spanish Banks…

Una vez he llegado a P.N.E., esta vez me he fijado mejor cuándo empezaba la tarifa “Dark”. En lugar de costar 20 dólares el ticket, cuesta solamente 5. Era a partir de las 21 h. He hecho bien en esperarme, sinceramente… De haberlo mirado a primera hora de la mañana, cuando he vuelto a chequear el tema de los tickets, podría haber alargado el tiempo en Richmond, aunque ya andaba bastante cabreada por el tema de la orientación y el mapa engañoso que me han dado. En ese mapa, parecía que todo estaba mucho más cerca de la realidad, era como un “mapa reducido”. Con razón por mucho que andaba y caminaba no encontraba nada ni llegaba a ninguna parte ni me cuadraban las calles…y yo aumentando mi complejo de mala orientación. Aunque, como he dicho, tengo un grave problema de orientación. El P.N.E. ha sido otra muestra… Al final, he llegado a la conclusión de que lo mejor era practicar mi inglés, que en días como hoy que estoy sola no es que lo practique mucho, y preguntar las dudas de orientación. En fin, P.N.E. está bien para niños y niñas si van en horario diurno que hay cientos de actividades. En horario nocturno, está bien para ganapios (¡cuánto tiempo sin escuchar esa palabra!) y aficionados a las atracciones y ferias que van en grupo. Yo, yendo sola, no tenía las más mínimas ganas ni intención de montarme en ningún cacharro, en primer lugar, porque vistos los últimos accidentes en Barcelona no me acabo de fiar, en segundo lugar, porque es algo que sola no lo encuentro tan divertido y, en tercer lugar, porque aquí, pese a pagar la entrada al parque, la zona Playland se ha de pagar cada vuelta con tickets. Cada ticket vale 1,5 dólares (no sé si las taxes están incluidas, alguna rarísima vez sí lo están), pero es que hay actividades que son 4 tickets. Así que, entre eso, y que no estaba yo muy motivada y el parque era tan grande que quería verlo todo, finalmente no me he montado en ningún sitio. La comida era carísima, menos mal que ya estaba harta de muffins, galletas, naranja, patatas fritas… ya he dicho que, a partir de la semana que viene, haré régimen estricto. Bueno, al menos, intención de régimen estricto… no voy a renunciar a mi vida social por hacer régimen, como no la he renunciado aquí y me iba a tomar helados gigantescos a la que alguien me lo proponía o a comer los megapedazos de pizza de Romano’s. En Romano’s, 2 trozos de pizza y la lata valían 4 dólares. Hoy en el P.N.E. pretendían cobrar 5 dólares por cada slice de pizza. ¡¡más de 3 veces el precio!! Hay muchas atracciones, pero no he visto nada nuevo o diferente. ¡Bueno, sí! Dos cosas: la primera es que hay empresas de bricolaje y demás que exponen sus productos en plan feria de muestras, había una casa que podías entrar y visitarla. Yo me he metido pensando que sería algo fulminante e innovador y era una simple casa. Hay cosas que no las entiendo… A continuación, ha habido algo que me ha gustado mucho, tanto que hasta le he hecho una foto: una recreación exacta del salón de los Simpsons en “modo real”. El hombre del stand me ha visto tan entusiasmada que se ha puesto a hablar conmigo y me ha dicho si quería una foto sentada en el sofá. Así que, ahora, tengo una foto a lo Homer Simpson pero sin cerveza ni patatas fritas (las patatas ya me las había acabado). Me ha dicho que tenía muy buen inglés, ya que me ha preguntado qué hacía en Vancouver y le he dicho que estaba viviendo aquí las últimas 3 semanas. Eso que, de vez en cuando, me digan que tengo buen inglés, reconozco que me sube la moral. Algo me ha mejorado, digo yo…

Y esa ha sido mi experiencia Playland. Cuando no es P.N.E., es decir Pacific National Exhibition, es la parte de parque de atracciones que se llama Playland. Belén y Fer me insistían en que tenía que ir a Playland (antes de que empezara P.N.E., que dura hasta el 6 de Septiembre, que, por cierto, es el día de Canadá). Yo les decía que prefería ver otras cosas de Vancouver más turísticas, porque ya tenía Port Aventura cerca de casa. Y, realmente, he hecho bien en no ir antes. He ido esta vez porque era la 100 edición del P.N.E. y hacían actividades especiales. Pero claro, no a partir de las 21 h., sino durante todo el día, y más enfocadas a niños. He recorrido la feria, y, finalmente, se ha puesto a llover cuando pensaba si quedarme media hora más.

Y este ha sido mi día…hasta que he llegado a casa. Eran las 9 de la mañana en la oficina y capítulo final. A estas alturas, ya no puedo desconectar. ¿Buenas noches Vancouver? Ya veré a qué hora…

2 comentarios:

Jesús dijo...

Pásate a Orange... te pides gratis el Nokia 5800 y yo te instalo el Tom Tom para peatones. si es que no Petonsssss.

Jesús dijo...

Si es que no tienes excusa...quise decir.